Personalmente, me decantaría por la opción más cara: tienes una gran cantidad de pantallas ahí; ¿por qué no tener ambas perfiladas con precisión?
El primer inconveniente de la calibración manual es no saber cuál de los dos es "más correcto" en primer lugar; el segundo es conseguir que ambos tengan el mismo aspecto...
En los viejos tiempos de los tubos de rayos catódicos, siempre configuraba las pantallas a ojo; desde que me compré un colorímetro, no he vuelto a mirar atrás.
Si te decides por un colorímetro, evita el Huey Pro de nivel básico, ya que ya no funciona en Mac. El último de la gama es probablemente el Color Munki Smile, que es bastante adecuado para la calibración "interna", si no necesitas un flujo de trabajo totalmente calibrado para impresoras/editores, etc.
Si quieres, también puedes hacerlo con tu PC y tu iPhone ;-)
De todos modos, si quieres probarlo manualmente, la funcionalidad está integrada en el propio sistema operativo...
Preferencias del Sistema > Pantallas > Color > Calibrar... [se obtiene uno en cada pantalla, aunque no parece que se puedan ejecutar ambos a la vez]
Al hacer clic en él, se inicia el Asistente de Calibración de Pantalla,
que puedes recorrer tantas veces como quieras; guárdalo con un nombre diferente cada vez y revísalo más tarde para ver con qué estás más contento.
Al principio no me atreví a ejecutar el asistente, no quería estropear mi propia calibración ;-) Cuando lo probé, descubrí que parece haber muchas menos opciones de ajuste que antes: antes se podía ajustar el balance de color por "pistola", entre otras cosas. Lo único que pude elegir fue el punto blanco, que realmente no va a ser de mucha utilidad :/