Se remonta a las impresoras matriciales, aunque parezca mentira. Hoy en día, las fuentes se definen mediante formas vectoriales y el dispositivo que las representa las rellena con tantos píxeles como pueda. Pero antes no había vectores, sino patrones de puntos. El tipógrafo tenía que dibujar los puntos de cada tamaño individualmente.
El equipo de Macintosh ideó una forma inteligente de renderizar el tipo de letra en diferentes resoluciones para la pantalla y para la impresora matricial: la impresora podía manejar 144 puntos por pulgada, así que el equipo hizo que la pantalla renderizara a 72 puntos por pulgada... y siempre que tu documento tuviera texto a 9 puntos en la pantalla, la impresora usaría la definición de 18 puntos, 10 puntos usaría 20 puntos y así sucesivamente.
Pero como cada definición tenía que crearse por separado y almacenarse por separado en los discos de espacio limitado de la época (esto era antes de los discos duros -- ¡todo tenía que ejecutarse desde disquetes!), sólo se elegían pares/tamaño de clave. Para las fuentes de texto, se solían tener 9, 10 y 12 (y, por tanto, 18, 20 y 24) y para las fuentes de título o de pantalla, 14 y 18 (más 28 y 36 para que las usara la impresora). Excepcionalmente, podía haber pares como 24/48 y 36/72.
Así, el menú típico de fuentes en una aplicación Macintosh empieza con 9 y llega hasta 14, omitiendo 11 y 13, y luego tiende a saltar a dobles de tamaños anteriores.